Nadie debería tener dudas de que la relación entre los empresarios de un rubro y el gremio que representa a sus empleados debería ser tensa y, ocasionalmente, llegar a ser conflictiva según los vaivenes económicos e institucionales. Lamentablemente, en nuestro país, pareciera que no es así ya que muchos gremialistas actúan más como socios que como contrapunto de los empresarios. ¿Piensan que nos creemos la opereta que montan un par de veces al año? ¿No advierten que la secuencia es siempre la misma? Comienza con los empresarios pidiendo suba de tarifas, el otorgamiento de nuevos subsidios o, incluso, la ampliación del subsidio otorgado; luego vienen las amenazas de reducción de servicios, la suspensión o despido de choferes, y la interrupción de recorridos. Casi inmediatamente salen los gremialistas con amenazas de quite de colaboración, trabajo a reglamento o, incluso, la posibilidad de ir al paro si sus reclamos no son escuchados. Y, como si estuvieran de acuerdo, ambos piden la mediación de otros órganos del Estado para no perjudicar a los usuarios del sistema que, hasta aquí, los miran por televisión sabiendo que definitivamente terminarán pagando las consecuencias. ¿Acaso creen que los usuarios somos tontos y no vemos la novelita armada?

Marcelo Daniel Castagno 

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